Las abluciones de Hugo Chávez
Por Alvaro Vargas Llosa
Lo peor que podrían hacer los gobiernos a los que Chávez intenta provocar es morder el anzuelo. Déjenlo hacer todas las morisquetas que quiera, y esperen tranquilos hasta que llegue la hora de tomarle cuentas. La teratología es el estudio de los monstruos. Y debería haber una teratología política, una ciencia de los políticos monstruosos. Así, sería menos difícil entender a esa variante grotesca del gobernante que constituye Hugo Chávez. Como carecemos de ese preciso método de análisis, debemos entrar al terreno de la conjetura para responder porqué este caballero lleva algunas semanas arremetiendo, lanza en ristre, contra los gobiernos de medio mundo, desde España hasta Chile, como quien tiene decidido liarse a trompadas a la salida de la escuela y anda picando a unos y otros para ver quién cae.
El último episodio ha sido la frase de que le gustaría bañarse "en una playa boliviana", calculada para provocar a Chile. Chávez no ignora que esta reivindicación histórica está siempre a flor de piel entre los bolivianos, y que ahora lo está más que antes, porque el proyecto gasífero que ha tenido en vilo a esa nación andina ha devuelto el tema de su "mediterraneidad" al candelero. Si su intención fuera la de respaldar el reclamo boliviano, buscaría canales diplomáticos o usaría fórmulas para acercar a chilenos y bolivianos en esta materia sensible, cuidándose de no poner a una de las partes a la defensiva para ser útil al propósito de facilitar la salida que dice propiciar. Pero no es en una playa boliviana donde Chávez quiere hacer sus verdaderas abluciones: es en el escenario, no menos salado y acuoso, de sus propios nervios. ¿Y por qué le tiemblan las piernas al teniente coronel? Porque cada vez parece más difícil eludir el referéndum revocatorio para el cual los venezolanos están reuniendo casi tres millones de firmas en estos días y que tiene como "supervisores" internacionales precisamente a los países con los que el picapleitos de Miraflores anda buscando pendencia. No es casualidad que Chávez haya disparado contra España, Estados Unidos y Chile, y que sus relaciones con México tengan hoy la tirantez de una calavera congelada. Lo que se dio en llamar el "Grupo de Amigos" de Venezuela -y del que forman parte, además de los mencionados, Portugal y Brasil- es hoy el peor enemigo de las eventuales intenciones, por parte del gobierno venezolano, de patear el tablero del referéndum. Ese grupo, junto con la OEA, cuyo papel ha mejorado mucho desde su tímido comienzo, opera como una suerte de garante informal del proceso. Lo que quiere decir que cualquier intento de fraude -desde el desconocimiento de las firmas válidas hasta la anulación de la convocatoria o la adulteración de los votos el día de la consulta chocará con una opinión internacional más efectiva de la que se había dado antes.
La comunidad internacional, aún sabiendo que Chávez se había colocado fuera de la ley, carecía de un arma definitiva para dar la espalda al gobernante venezolano sin parecer que socavaba un régimen democrático. Ahora, si Chávez patea el tablero, el "Grupo de Amigos" tendrá un arma legítima para darle la espalda. Los nervios se están, por tanto, devorando al pendenciero. Sabe que un 70% de sus compatriotas lo quiere sacar del poder. Sabe que "el firmazo" será un éxito. Y sabe que se va quedando sin argumentos ante la comunidad internacional. Por tanto, fiel al estilo que ha aprendido de Castro, intenta lo que los franceses llaman la fuite en avant -la fuga hacia delante-, para ver si en la confusión del encontronazo todas las piezas del tablero vuelan por los aires.
Lo peor que podrían hacer los gobiernos a los que Chávez intenta provocares morder el anzuelo. Si lo hacen, Chávez habrá logrado trasladar la disputa tanto en el espacio como en el tiempo. Es decir, en lugar de una disputa en el escenario del referéndum cuando éste se produzca -o deje de producirse-, habrá una disputa anticipada y por motivos completamente ajenos que restará fuerza y legitimidad al reclamo que países como España y Chile se puedan eventualmente ver obligados a hacer ante un fraude.
Déjenlo, pues, hacer todas las morisquetas que quiera, y esperen tranquilos hasta que llegue la hora de tomarle cuentas por lo que será -es casi inevitable- una conducta antidemocrática con ocasión del referéndum revocatorio. Esa conducta, por lo demás, hace rato que empezó. El último episodio ha sido una amenaza directa a los canales de televisión y esta frase perfecta: "Si tenemos que usar las armas, las usaremos". Mientras tanto, pobre Venezuela. De la mano con la atmósfera de país en guerra, viene la hecatombe económica. En el tercer trimestre de este año la economía ha caído 7,1%, dándose el caso de que la construcción, por ejemplo, cayó 34%, la industria y el comercio 10% y la producción de petróleo 9%. Esto último refleja, inequívocamente, el despido de18.000 trabajadores y administradores capacitados de Petróleos de Venezuela en represalia por la huelga política de hace casi un año. Si el odio y el populismo de que hace gala el gobernante venezolano no fueran suficientes para derrumbar su popularidad, la pavorosa situación económica se encargaría de ello. Nadie se crea, ni por un instante, que Chávez quiere bañarse en una playa boliviana. Sus abluciones no tienen otra "mediterraneidad" que la de su sistema nervioso.
send this article to a friend >>