Bolívar sí, Chávez y FARC no
Por Raúl Tortolero
02.06.08 ¦ Si el día de hoy viviera el prócer del integrismo latinoamericano Simón Bolívar, es improbable que militara dentro de la corriente del chavismo. Bolívar no sería chavista. Bolívar no fue un presidente que como showman es genial –uno que canta, dice poemas, se sabe llenar la boca de improperios para todos, y en distribuirlos a sus adversarios es muy generoso-, y que para ello ha montado desde hace tiempo un reality show en tv abierta como lo es Aló Presidente.
Hugo Chávez es un gran showman que como político ha ido poco a poco desmontando cada una de las instituciones en las que puede residir la democracia en su país, para tomar las riendas de cada decisión, por intrascendente que parezca, en manos propias. Es un presidente hambriento de foros, de cámaras, de atención. Sólo que ese enorme rating no se traduce siempre en votos para él. Tal vez se revele en lo contrario. Son muy diferentes los momentos históricos en que han vivido el gran Bolívar y Hugo Chávez, pero realmente es difícil pensar en que los dos hayan trabajado en un mismo sentido histórico. Lo más lamentable es que Chávez realmente encabece el monopolio –siendo que tanto le molestan los monopolios- del bolivarismo en el mundo. Como si el hecho de ambos ser nacidos en alguna región de Venezuela fuera suficiente para arrogarse los “derechos de bolivarismo” en el mundo.
Un presidente como Chávez, que toma como gurú en todos los sentidos posibles a Fidel Castro, quien siempre ha sido un ícono de una deformación del socialismo en una vena en que resulta recalcitrante, autoritario, cavernícola, dictatorial, no parece estar a la altura para hacer el tejido fino y paciente que requiere la unión latina en América. Hay que permanecer en los solares de la Habana Vieja un tiempo antes de pregonar el fidelismo como dogma de fe. Y parece broma, efectivamente, que los avances de Cuba sean que ya puedan usar celulares y horno de microhondas. ¿Cómo es que no se les permite salir libremente de su país, que no pueda existir la libertad de expresión ejercida en los diarios, y que haya tantos presos políticos?
En contraste con las pretensiones chavistas, el pensamiento de Bolívar no necesariamente implica la imposición del llamado “socialismo del siglo XXI”, conceptos que ha venido asociando el mandatario venezolano. La verdad es que el integrismo de los pueblos de América Latina, hermanos todos, es algo sumamente deseable, benéfico para todos, pero este proceso no es sinónimo de chavismo. Hay más bolivarismos que el chavista, afortunadamente. No es necesario reconocer a Chávez como un líder al frente del bolivarismo, ya que su versión de éste está concebido a la medida de su propio beneficio y más bien enfrenta a los gobiernos, antes que conciliar diferencias.
Por desgracia, otro ejemplo de un grupo que detenta como propia la ideología del bolivarismo ha sido las FARC, desde al menos 1988. Las FARC han gozado de una documentada y estrecha relación con el gobierno de Hugo Chávez, y es ingenuo pensar que ésta sólo ha sido con el fin de liberar secuestrados o ahondar en pláticas de paz.
Huelga decir que no puede haber ningún verdadero bolivarismo constructivo si se detenta con bombazos en iglesias, secuestros por dinero y como escudos humanos, ni de ningún tipo, y sobre todo, con protección al narcotráfico.
Las FARC –cuyos principales líderes están muertos hoy, empezando por Manuel Marulanda, quien habría fallecido el pasado 26 de marzo según autoridades colombianas, así como Raúl Reyes, muerto el 1 de marzo pasado- se han alejado mucho de ser una guerrilla que lucha contra dictaduras y mucho más de una verdadera voluntad política de unificar a América Latina.
Ningún movimiento bolivariano que se precie de serlo, puede expresarse con terrorismo y no contar con ningún apoyo internacional importante. Estados Unidos y la Unión Europea han categorizado a las FARC como terroristas, por sus métodos de acción militar, sumamente equivocados. Querer derrocar a un gobierno que, les guste o no, es elegido por votos y por tanto democrático, como el del presidente de Colombia Álvaro Uribe, y según Gallup con más de 80% de respaldo popular, es no sólo aberrante, sino fraticida, y por tanto, opuesto al espíritu bolivariano. Muchos bolivarismos más han de surgir, y sus versiones serán más humanas, menos populistas y más democráticas, que las de Chávez y las FARC. Y entonces, el integrismo latino, desprovisto de todo tipo de fanatismo o fundamentalismo, no costará tanta sangre y sufrimiento como hasta ahora. Bolívar sí, Chávez y FARC no.
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