Razones del fracaso y riesgos de la democracia en America Latina
Ponencia de Aleksander Boyd ante el Congreso de Democracia Liberal | Sao Paulo 16 de Mayo 2006
Buenas tardes. ¿Por qué fracasa y cuáles son los riesgos de la democracia en América Latina? Las razones del fracaso pueden enumerarse haciendo un análisis del periodo post-perezjimenista en Venezuela. ¿Los riesgos? Haciendo lo propio desde la llegada de Hugo Chávez hasta el presente.
La verdad que Heitor nos hizo un gran favor a los venezolanos al proponerme este tema e invitarme a exponerlo en esta conferencia. Basta analizar nuestra historia política contemporánea para arribar a certidumbres.
La democracia en Latinoamérica fracasa por muchas razones, no obstante me enfocaré en cuatro puntos que considero de vital importancia. Éstos son:
1. corrupción
2. debilidad institucional
3. inconcluismo político
4. falta de compromiso democrático ciudadano e ignorancia
Como Uds. saben, Venezuela fue hasta poco un ejemplo de estabilidad en el marco político regional. Mientras golpes, derrocamientos, y dictaduras se imponían en algunos países, el nuestro demostraba la relevancia del consenso y la alternancia a la hora de gobernar. Así desde la caída del penúltimo dictador Marcos Pérez Jiménez hasta el arribo del ultimo, imagino que todos sabrán a quien me refiero, transcurrieron 40 años de estabilidad democrática, que si bien no era perfecta, se asemejaba mucho más al concepto.
La corrupción es un tema que nos tiene a todos de cabeza. Uds. los brasileros, no muy lejos de aquí, tienen a un presidente sobre cuyos hombros recaen todo tipo de acusaciones y alegatos de relaciones con personajes de dudosas credenciales.
No obstante cuando traigo a colación el tema de la corrupción es a la de tipo moral a la que me refiero. Malversación de bienes, enriquecimiento ilícito, derroche de recursos y estados mercantilistas no son sino reflejo de ésta. Es decir, cuando aquellos encargados de salvaguardar el erario público no perciben como incorrecto el desvió de recursos para peculio propio o de otros, el resultante es un estado generalizado de desidia que afecta negativamente las instituciones en las cuales se fundamenta la democracia.
Como se dice en Venezuela, “lo que nada nos cuesta hagámoslo fiesta”. A pesar de la impropiedad de las generalizaciones, es indudable que esa premisa es esposada por muchos de nuestros empleados públicos.
El producto de esa actitud es la debilidad institucional. Por cuanto para los efectos prácticos es una tarea hercúlea, por no decir utópica, conducir los asuntos del estado sin contar con un mínimo de probidad por parte de la gente encargada de implementar las políticas dictadas por el ejecutivo. Continuaré citando a Venezuela como ejemplo. El intelectual venezolano Arturo Uslar Pietri hizo del despilfarro de recursos provenientes del petróleo un paradigma. Mantenía que durante el mismo periodo, Venezuela había recibido por concepto de ingresos petroleros el equivalente a 10 planes Marshall sin resultados o infraestructura que avalaran tal oprobioso accionar, y concluía diciendo que un continente logró hacer con un décimo lo que Venezuela no pudo con un todo.
Tenemos entonces que la carencia de valores característica de nuestros políticos y empleados públicos obstaculiza el manejo cabal de los recursos en el ejercicio del poder.
Y al estos desaparecer sin dejar rastro, ello trae como consecuencia lo que he denominado como inconcluismo político, que no es otra cosa que la falta de continuidad en el desarrollo de programas que garanticen el desarrollo económico sustentable y duradero, que a su vez contribuiría en buena medida a apuntalar la confianza y apego a preceptos democráticos por parte de la población.
Retorno al catalogo de ejemplos venezolanos; gran parte de mis compatriotas están convencidos que la existencia de recursos naturales significa riqueza. Esa creencia, afirmada irresponsablemente una y otra vez por dirigentes políticos, aunada a la situación de pobreza critica en la que muchos de ellos se encuentran tras años de democracia, ha actuado como detonante del sentimiento anti sistema reinante, devenido en desidia absoluta con respecto a la participación en la vida política de los países. Por cuanto existe un divorcio entre la sapiencia de ser ciudadano de una nación rica y la ausencia de bienestar social.
Mal pueden entonces nuestras democracias esperar defensión ciudadana ante los embates de los pupilos de Fidel Castro, cuando ésta, en opinión de muchos, no ha significado un mejoramiento real de la calidad de vida. De hecho algunos todavía mantienen en Venezuela que con Pérez Jiménez se vivía mejor.
Es decir esa añoranza de sistemas dictatoriales, en los cuales por lo menos el hampa estaba bajo control, dice mucho sobre el compromiso democrático de muchos de nuestros compatriotas.
Pero la democracia no tiene peor enemigo que la ignorancia en la que muchos de los pueblos latinoamericanos están sumidos. Hugo Chávez ha hecho de esta constitución una suerte de amuleto o más triste aún, objeto de utilería. Pocas veces ha dejado de mostrarla el adalid en actos de proselitismo político, entrevistas, etc. Lo increíble es el desparpajo con que lo hace, si al contenido del texto nos referimos. Así, los que nos oponemos democráticamente a su régimen, somos acusados de golpistas evidentemente sin recordar su pasado o que tenemos el derecho y la obligación CONSITUCIONAL de rebelarnos contra regimenes que menoscaben nuestros derechos, como es el caso en el presente. Ese pedacito de información como que no es enseñado en las aulas bolivarianas. La mejor formula para mantener al soberano sumiso es sin duda no educándolo sobre sus derechos políticos.
Permítanme entonces continuar con los riesgos.
Estos pueden ser resumidos a grosso modo de la siguiente forma:
1. Implementación de mecanismos supra-constitucionales
2. centralización / concentración de poderes
3. perpetuación en el poder
4. perdida/violación de derechos humanos, civiles, políticos, etc.
“Juro sobre esta moribunda constitución...” dijo Chávez en el acto de juramentación como presidente con respecto a la constitución del año 61. Esas fueron sus primeras palabras una vez en el poder. Entiéndase que la constitución del 61 no poseía mecanismos para la solicitud, activación y formación de una asamblea nacional constituyente. A diferencia de la creencia popular, nada de lo que el presidente de Venezuela ha hecho y hace es producto del azar o la improvisación. Su esquema de asalto estaba perfectamente bien trazado desde antes de 1992. Al contrario, habiendo experimentado el desagradable presidio luego de su intento fallido de tomar el poder por las armas, Chávez se ha dedicado a minar las bases democráticas PERO, Y ES ESTE UN PUNTO DE SUMA IMPORTANCIA, lo ha hecho bajo la égida democrática.
Es decir destruyó el sistema con los instrumentos que le son propios. Lo fascinante del asunto son los mecanismos supra-constitucionales mencionados que, sometidos a consulta democrática a través de referenda, blindan dichos procesos, proveyendo la legitimidad de origen que los sustenta. Apoyado en su popularidad; en el sentimiento generalizado de frustración para con la democracia y habiendo argumentado exitosamente sobre la imperiosa necesidad de refundar el estado, Chávez se hizo de una asamblea nacional constituyente, integrada mayoritariamente por sus seguidores, dada a la tarea de disolver todos los poderes constituidos, democráticamente electos, e instituciones del país y producir una nueva constitución que dio cabida a su desenfrenada megalomanía.
Como resultado, el proceso de descentralización emprendido a principios de los 90 fue revertido. Hoy por hoy Chávez es amo y señor de Venezuela. No hay un solo poder que no esté bajo su ominoso control. Y es allí precisamente donde radica el mayor riesgo para la democracia, que una vez dizque refundado el estado, la ciudadanía no tiene como ponerle coto a populistas empecinados en convertirse en líderes continentales, en detrimento de los pueblos.
Lo mas preocupante del caso es ver como los líderes de otros países están prestos a aplicar la misma formula una vez arribados al poder. Tanto en Bolivia como en Perú, de ganar Humala, y en Ecuador, se pretende dizque refundar el estado, tal como lo hiciera Chávez.
Puedo dar fe que este proyecto chavista de expansión revolucionaria continental es noticia para muchos de nosotros. Puesto que el deseo de cambio, y el apoyo electoral inicial conferido, tenía como propósito mejorar la vida de todos los venezolanos no empeorársela a todos los latinoamericanos.
Ahora atornillado en el poder, con recursos prácticamente inacabables manejados con absoluta discrecionalidad, Chávez juega al emancipador sembrando miseria y zozobra por una región que ya ha perdido demasiado tiempo en aventuras de este tipo.
Me atrevería incluso a decir que presidentes democráticamente electos de otros países le tienen miedo a Chávez, quizás no por su poderío militar sino económico.
Poseedor de una maquinaria electoral perfecta e inauditable, anda el caudillo arengando la enorme masa de desposeídos y resentidos quienes, debido a la ignorancia ya mencionada, ven en ÉL el camino a la auto determinación, independencia económica, soberanía y todo el repertorio de promesas típicas de los populistas. Se dice nacionalista, sin embargo nunca había tenido líder foráneo alguno la ascendencia sobre un presidente de Venezuela como aquella que el dictador cubano ejerce sobre Chávez.
Henos aquí entonces, inermes y a la merced. Victimas de todo tipo de violaciones a nuestros derechos humanos y civiles, sin tener siquiera donde acudir por reparo. Como anécdota les cuento, que Carlos Andrés Pérez fue removido de la presidencia por el entonces fiscal general, hacer lo propio hoy en día con Chávez sería impensable, dada la manifiesta servilidad del actual fiscal, quien fungió como su vicepresidente al inicio del mandato y quien no se preocupa en esconder ante el país su parcialidad política.
No obstante debo decir que el caso venezolano no se asemeja a ningún otro de la región. Al ser un petroestado, nuestra economía depende prácticamente de un solo producto y sus derivados, que dicho sea de paso no es susceptible a ningún tipo de barreras tarifarias en el mercado internacional. De allí que Chávez decida unilateralmente retirarse del Pacto Andino, debilitar el MERCOSUR, amenazar a México y Colombia, en fin él se puede dar un lujo que encargados de otras economías no pueden.
De allí la importancia de controlar la fuente de estos recursos, léase PDVSA, para luego subyugar y someter al país y subsiguientemente a la región. Morales como que está ganado a esa causa también.
Allí tenemos entonces el caso de los países andinos, todos ellos en situación comprometida desde el punto de vista político, sin mecanismos que les permitan enfrentar y frenar los avances de la maquinaria desestabilizadora castro-chavista. Bolivia ya cayó, tal parece que Perú no lo hará, ¿pero que podemos esperar de Ecuador?
Brasil, como potencia del subcontinente, ha estado coqueteando con Chávez. Hoy está, peligrosamente, a punto de pagar las consecuencias de tal irresponsabilidad y falta de tino a la hora de identificar a sus enemigos.
En suma como venezolano y latinoamericano tengo el deber moral de advertirles sobre los peligros que se ciernen sobre la democracia en esta región, tan significativa para todos nosotros. Aun cuando considero prácticamente imposible que se repita el modelo implementado en mi país, debo enfatizar la importancia de mantenernos en estado de alerta, aprender de experiencias vecinas y no descuidar las instituciones que sustentan nuestros gobiernos.
Concluiré expresando mi absoluta convicción que la democracia fracasa en Latinoamérica por la desidia e ignorancia de sus gentes. Es no solo irresponsable sino risorio achacarle las culpas de nuestra propia negligencia al vecino del norte. Cuando queramos buscar culpables de nuestros fracasos tan sólo tendremos que mirarnos en el espejo, hacer una evaluación rigurosa de nuestra conducta y compromiso democráticos y aceptar, con toda franqueza y determinación, nuestra cuota de responsabilidad, para así poder encarar exitosamente el futuro. Muchas gracias.
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