Hugo Chávez, acusado de antisemita
Editorial | La Nación
06.01.06 | El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, no deja de dar motivos para la preocupación. Ayer, el Centro de Derechos Humanos Simon Wiesenthal condenó lo que consideró fueron declaraciones "antisemitas" hechas en diciembre y le exigió una disculpa pública.
Efectivamente, en uno de sus característicos discursos de varias horas -en este caso, el que pronunció por la televisión venezolana en la víspera de Navidad- el primer mandatario venezolano habría dicho que "el mundo tiene para todos, pues, pero resulta que unas minorías, los descendientes de aquellos que crucificaron a Cristo, se adueñaron de las riquezas del mundo".
De esta declaración se desprende que, si bien no hubo mención directa al pueblo judío por sus obvias implicancias, lo ofende con toda claridad. Además, por su contenido no sólo fue claramente desafortunada, sino absolutamente inaceptable; el Centro Simon Wiesenthal señala, con razón, que Chávez ha recogido dos de los más conocidos "argumentos" del antisemitismo: la acusación al pueblo judío de haber asesinado a Jesucristo y la de acumular toda la riqueza del mundo, y que ambos elementos han servido como excusa perfecta para justificar las más crueles matanzas y persecuciones a lo largo de dos milenios.
Aunque la versión oficial de las palabras de Chávez en la página en Internet es levemente diferente, el Centro ha reclamado una inmediata retractación y, también, que el bloque comercial del Mercosur suspenda el proceso de ingreso de Venezuela, hasta tanto el presidente venezolano se excuse formal y expresamente de sus preocupantes dichos.
Es evidente que las actitudes de Chávez se vuelven cada vez más objetables para la salud de la democracia en América latina e incluso del mundo. No llama la atención, por ejemplo, que se haya acercado políticamente al nuevo régimen de Irán, encabezado por Mahmoud Ahmadinejad, después de que éste expresara sus "dudas" sobre la veracidad de la existencia del genocidio nazi de los judíos, en la Segunda Guerra Mundial.
Y tampoco deja de llamar la atención su declarado apoyo al ultranacionalista candidato presidencial peruano Ollanta Humala, quien hizo un reciente viaje a Caracas, donde recibió el apoyo público conjunto de Chávez y de Evo Morales. Humala está segundo en las encuestas de opinión de su país, detrás de Lourdes Flores, y ahora, con el "padrinazgo" de Chávez, intentará conseguir en Perú un triunfo como el de Morales en Bolivia.
Hugo Chávez parece estar haciendo escuela de un estilo político basado en el choque frontal con sus opositores que llega hasta la diatriba; la manipulación de los procesos electorales; la desnaturalización de las instituciones de la República, y ahora, la construcción de una nueva "plataforma andina", deseo que se vio reflejado en la sugerencia de que, junto con Morales y Humala, podrían constituir una "troika" en la región.
Es de esperar que no agregue ahora la posibilidad de un discurso antisemita, aunque desgraciadamente son los regímenes totalitarios los que con enorme frecuencia caen en manifestaciones de este estilo. Por el bien de la región, sería oportuno que el presidente venezolano despeje toda duda y se retracte, como pide el Centro Wiesenthal, o encuentre la manera de dejar en claro cuál es su posición ante un tema tan grave.
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