¿Traidor Azpúrua?
Por Olga K | El gusano de luz
Originalmente publicado el 25 Septiembre 2005 | ¡Eso!...¡bravo!...ahora quiero que me lo vengan a decir. Pero así, de cerquita, mirándome.
Advierto que estoy armada de algo aterrorizante: verdades.
Y disparo.
Este es un país de melindrosos y valientes de internet, un país de sainete cuyos habitantes ¡ay! se quieren rebelar legalmente (¿?) porque así lo establece el 350 y al mismo tiempo atacan con fiereza —que merecería mejor causa—, a los que quieren hacer algo igual de legal como votar y participar. Que no diga nadie que sólo el gobierno es discrecional. Y me yergo inmensa para decirlo porque a mi nadie me puede endilgar el sanbenito de que estoy defendiendo un puesto. No me calo más que nadie, sin autoridad moral alguna, me diga que soy vendida o colaboracionista porque me aferro al acto electoral con todo y sus trapisondas, porque es lo único —lo único, léase bien— que puedo hacer como ciudadana, que ni tengo armas, ni las se usar, ni las quiero usar y porque no me da la gana de ser carne de cañón de generales con galones obtenidos en rueda de prensa.
Azpúrua declaró desde La Marqueseña...¿dónde estaban los que lo llaman traidor? ¿no estaban acaso, cómodamente instalados con su control remoto viéndolo por Globovisión?
Azpúrua lleva un mes —con su días y sus noches— sitiado en su hato por militares armados hasta los dientes...los que lo llaman traidor, ¡cuenten qué han hecho en ese mes! ¿Trabajaron, convocaron reuniones, escucharon radio? ¡bravo!, la valentía en pasta. ¿Fueron intensas las salidas a comer? ¿Difícil escoger el menú? Esas patrióticas tareas seguro impidieron que se llegaran hasta la Marqueseña para solidarizarse con Carlos Azpúrua, para organizar a sus campesinos impedidos de entrar al hato, para poner su pellejo al lado del del hacendado.
Azpúrua se quedó en su hato manteniendo la producción de leche, ganado y maíz, ¿qué producen, además de desazón, inquina y cero acción los que lo están llamando traidor?
Sí, para mí está clarito: esos que lo llaman traidor, querían que Azpúrua se agarrara a tiros para que él les hiciera la tarea. Porque querían que él pusiera los cojones que otros no pusieron. ¿Donde estaban el 8 de agosto todos esos que anunciaron el 350 para las elecciones del 7? ¿Por que el día 8 no aparecieron en desobediencia civil como amenazaron, sino que vinieron a reaparecer mucho después y de nuevo, con puras palabras rimbombantes . ¿O es que nadie se percató de ese detalle? Somos muchos los que los estábamos monitoreando.Delibero conmigo misma si su desaparición fue cobardía, precaución o traición a los que confiaron en su palabra.
Traidores son los mismos que, habiendo llamado a la abstención, hoy sí, como son candidatos apelan para que por ellos sí se vote y son los responsables de la pérdida de alcaldías y concejalías.
¿Traidores?
Si...hay muchos.
Son traidores los padres y representantes que ante lo que pasa en sus escuelas no toman acción alguna, se escandalizan en privado, piden que “alguien haga algo” pero en su asamblea, prefirieron pasar bajo perfil y no defendieron la decisión de su asamblea anterior.
Traidores son los que cuando se les dice que participen en su asociación de vecinos dicen “eso es mucho lío” y cuando uno les propone que por lo menos participen de su propio condominio dicen “es que mis vecinos son muy fastidiosos”.
Traidores son los que hoy quisieron su bailoterapia de siempre en la Francisco de Miranda de espaldas al significado y trascendencia de la transmisión del Alo Presidente desde la Marqueseña y al de la Plaza Altamira como símbolo de la oposición.
Son traidores los que desertaron de su obligación como miembros de mesa porque para ellos, el país se terminó el 15 de Agosto con el RR y desde entonces ni han dado un paso ni han dejado que nadie lo dé sin convertirlo en objeto de escarnio.
Traidores son los voceros que reseñan como un éxito el que acaso 3000 personas en todo el país manifestáramos contra la transmisión desde la Marqueseña. ¿Exito?...perfecto...así es como esa gran mayoría cómoda y apoltronada, se escuda en su personal desencanto y se justifica a sí misma con infinita complacencia...
“¿ves? no hace falta que yo vaya...ya fueron otros y fue un éxito sin mi”. Ellos, los que quieren que pase “algo”, siguen en su casa y desde allí, con displicencia, se atreven a elevarse como jueces sobre lo que otros hicieron.
Traidores son los que pasaban por esas plazas donde había una pequeña concentración y corneteando solidarios nos gritaban ¡eso es, ni un paso atrás! pero siguieron de largo a continuar su personal rutina dominical y no se sumaron a la protesta.
Traidores son los que denigran de los partidos políticos pero cuando se les dice ¡Incorpórate pues...cámbialo tú desde adentro!, te contestan “yo no me meto en esa vaina”.
Traidores son los que creen que ya saldaron la cuenta con la patria porque marcharon muchas veces y consideran que la tarea de hacer el país, era hasta ahí. Marchar.
Traidores son todos los que en cada ocasión, encuentran excusa para culpar a lo que otros dejaron de hacer y ni una vez han tenido la valentía para preguntarse y responderse descarnadamente ¿qué estoy haciendo yo de verdad-verdad?
¿Venezuela está angustiada?... Claro, pero mejor sería si estuviera ocupada...nos haríamos un favor.
¡Pero que va!...aquí estaba un gentío viendo la Formula 1 ó domingueando sabroso...ó como caimán en boca ’e caño, esperando que cualquiera asome para tragárselo. Esta vez fue Carlos Azpúrua. Pues me planto a su lado. Somos dos.
Mi país está habitado por gente sin sangre y sin alma. Mi país está lleno de gente pero no de ciudadanos. Mi país tiene un gentío con una lengua muy larga y las manos convenientemente guardadas.
No es solo Chávez quien debe guardar su lengua venenosa.
Son los que se atreven a llamar traidor a Azpúrua. Los que no producen nada, no participan en nada, no arriesgan en nada, no quieren sumarse a nada y en cambio se yerguen acusadores de los que no se rinden ni se excusan diciendo que la situación es adversa.
Traidores son los que inyectan el corrosivo veneno de la desmovilización diciendo que no hay nada que hacer y mientras, se sacan su pasaporte europeo, gringo o suramericano, listos para la estampida si hace falta.
Por fin entiendo hoy la ausencia de los jóvenes.
¿Traidores?
Si...hay muchos. Este país está lleno de ellos. Pero no se apellidan Azpúrua. Y si los queremos encontrar no los busquemos muy lejos y aunque sea de reojo, miremos la imagen que nos devuelve el espejo ¿será que nos atrevemos a ponerle nombre al traidor?
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