VENEZUELA: INFORME SOBRE LAS ELECCIONES MUNICIPALES DEL 7 DE AGOSTO DE 2005
04.08.05 | Las elecciones deberían ser el vehículo democrático para poder resolver estas situaciones, pero eso requiere una institución, encargada de celebrar las elecciones, que sea confiable y el CNE absolutamente no lo es. Todo lo contrario, ha sido fraudulento desde que comenzó su actividad, violatoria de la Ley Orgánica del Sufragio. Aquí estamos ante la expresión de una falsa mayoría creada para el referendo y en ese sentido no habrá elecciones sino una pantomima organizada por el Estado porque, ¿quién puede tener confianza en un CNE como ese?
Las elecciones y el sufragio se han convertido en constante y realidad de los sistemas que se definen como democráticos. Ahora bien, los procesos electorales convocados a raíz del referendo revocatorio del 15 de agosto de 2004 se alejan de la participación popular activa y se manifiestan como una expresión de una elite, corrupta y corruptora, aglutinante de detentadores del poder y aspirantes a él, entendidos en la pervivencia de un sistema injusto que les da beneficios y cuotas de dominio a costa del bienestar general. Es así que la intervención en este tipo de simulacros, sin siquiera luchar por el derecho y las condiciones de participación política de los ciudadanos, constituye una colaboración con la legitimación de esas relaciones de dominio y el mantenimiento del Régimen autoritario y sus agresiones contra la sociedad democrática. En efecto, el enfrentamiento es entre el Régimen y los factores que lo legitiman Vs la Sociedad Democrática.
En cualquier democracia consolidada del mundo sería un lugar común señalar como principios del sufragio su universalidad, inmediatez, periodicidad, su carácter secreto, libre e igualitario ya que, sin tales características, las elecciones se convierten en un instrumento idóneo para impedir la materialización del objetivo de cualquier democracia. En este país, hoy estamos luchando, y no todos, por esa inmediatez al exigir el conteo manual y no virtual de nuestros votos; el voto libre, al enfrentar las listas excluyentes promovidas por quien las anunció como tacha histórica y es el único que tiene el poder de imponerlas o eliminarlas; y el voto secreto, al negarnos a la utilización de unas “maquinas caza-huellas” y a unos “cuadernos digitales”, adicionalmente concebidos para borrar la prueba del engaño virtual.
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