Venezuela: palos a la democracia
Editorial | Letras Libres
Julio 2005 - Número 46 | Si le preguntas a un cubano por qué quiere mudarse a Venezuela, en lugar de la previsible respuesta sobre, por ejemplo, la comida sin cartilla de racionamiento, es probable que te responda, según un chiste que corre de boca en boca por las calles de Caracas: "Para vel cómo empezó la película". Y esa es justamente la pregunta clave que en este número se hace Carlos Franqui. ¿Tiene Hugo Chávez un plan maestro, dirigido desde La Habana, para repetir el engendro castrista en la tierra de Bolívar? Muchas señales apuntan hacia ese lado: la "Ley Mordaza" que impone de hecho la censura y ratifica el control autoritario de las señales de televisión, como estudia Ibsen Martínez; las invasiones de edificios, predios y terrenos por grupos organizados desde el poder, dejando en letra muerta la garantía a la propiedad privada, como cuenta en plan irónico Sergio Dahbar.
En cualquier caso, existe detrás de estos intentos una sociedad civil fuerte y organizada, y algunas instituciones, como la Universidad Central de Caracas o la de Los Andes de Mérida, que aún resisten los embates del poder para adueñarse de ellas o vaciarlas de contenido, como ha ocurrido ya con Monte Ávila y la fundación Rómulo Gallegos. Efectivamente, como anuncia nuestra portada: "Palos a la democracia". ¿Era previsible la tragedia de Venezuela? Sí, de haber escuchado a los más lúcidos, como se desprende del texto que Alejandro Rossi publicó en El Universal una semana antes de las elecciones (que aquí reproducimos) y donde alerta sobre los posibles riesgos, hoy hechos consumados, que implicaba el triunfo del golpista Hugo Chávez.
Además, según explica Moisés Naím, el uso exclusivo de la crítica contra la corrupción de todos los políticos venezolanos de la era democrática, olvidando el resto de los graves problemas del país, facilitó la aceptación de un discurso vacío, que no proponía nada salvo jurar sobre "la tumba de Bolívar" la erradicación de la corrupción, sobre la creencia además entre los ciudadanos medios de que este era el único requisito pendiente de la potencia petrolera de Venezuela para ser un país próspero. El triunfo del populismo, claro está, no ha resuelto el problema, antes lo ha empeorado. A esto habría que sumarle el uso demagógico de la figura de Simón Bolívar, que incluye el extremo del cambio de nombre del país, como reseña Pino Iturrieta en su ensayo, en donde contrasta la caricatura brutal de Bolívar hecha desde Miraflores como elemento legitimador, con el Bolívar real, muchas veces perdido en su propio laberinto y sus contradicciones.
Pero, en suma, ¿quién es Hugo Chávez?, ¿cuál es su motor interno? Algunas de las respuestas las da Alberto Barrera Tyszka, quien junto a Cristina Marcano publicó una polémica biografía y ahora sintetiza algunos de sus hallazgos. Por suerte y por convicción, no todo es política en nuestras páginas.
El poeta Eugenio Montejo, una de las voces más singulares del idioma, esboza el perfil de Alejandro Rossi, un autor ligado estrechamente a Venezuela y, en palabras del propio Montejo, "un estilista imprescindible" y "un cordial memorialista".
La Venezuela real, la que sufre los vaivenes de la política, y muchas de las voces centrales del debate, de un lado y el otro del espectro político, son las piezas del reportaje de Scott Johnson con que abrimos este número, con el que queremos contribuir a enriquecer la información y el análisis español sobre el tema, para que no se caiga de nuevo en el error de idealizar al "buen salvaje", del turismo revolucionario que acepta allá lo que sería inaceptable aquí. Venezuela no vive una revuelta popular de los pobres y desheredados contra los ricos y corruptos emisarios del pasado. En Venezuela se debate entre la libertad o el autoritarismo, entre la democracia o la dictadura.
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