¿Quién es culpable?
Por Liko Perez | Analítica.com
Sábado, 2 de julio de 2005 | Tres jóvenes. Futuros profesionales al servicio de nuestra sociedad, pierden la vida a manos de una banda de policias criminales, que a manera de antigua montonera e inspirados por las arengas agresivas del jefe de gobierno, juegan al tan deseado zafarrancho de combate que les permita reivindicar algo de la miseria existencial que, como carcoma, albergan en su ser.
Es el actual gobierno de Venezuela, y nadie más, quien tiene las manos manchadas de esa sangre; así como es también el Gobierno de Venezuela, y nadie más, el autor del inmenso daño psíquico causado a estas tres jóvenes sobrevivientes.
Qué bárbara irresponsabilidad la de este gobierno, que para satisfacer su falta de estabilidad, permite darle “alas de acero” a éstos antisociales, antes de que éstos sean desmarginalizados; legitimando e incentivando de esta manera toda la furibunda brutalidad que la insanidad revanchista conlleva.
Los verdugos no son sino unos embrutecidos empleados (mientras más psicópatas mejor) que simplemente cobran su mensualidad; son solamente el brazo ejecutor de jueces que a concienza, manejan y ordenan la forma de operar. Y la orden, que no quede duda alguna, es simplemente la de sistemáticamente amedrentar, creando caos y zozobra; para asi debilitar la contundente resistencia social que este iluso gobierno necesita doblegar.
Los verdugos de este gobierno disfrutan, para satisfacer las necesidades antes mencionadas, de una escandalosa libertad de acción y de una muy bien pensada estrategia de terror; y actúan siempre bajo el amparo de una investidura legal, que les ha permitido, y permite, asesinar a estudiantes, reclutas, vecinos, manifestantes, venezolanos, gentes.
Asco es lo único que se me ocurre cuando leo y veo en los medios de comunicación, a altos funcionarios del gobierno (los empleadores) tratando de lavarse las manos ante tan intapable ignominia; ya que a mi juicio, no vale ahora, tardíamente, eso de presentarse como inocente garante de la justicia social y ofrecer “una justa investigación”.
Así vamos hacia el futuro bolivariano: con un nudo en la garganta, con una amargura creciente, con esa náusea existencial que nos provocan los bien pagados verdugos de esta revolución.
Quiero expresar mis más grandes sentimientos de solidaridad para con los familias de todas estas víctimas, así como, especialmente, con esas tres jóvenes sobrevivientes, quienes tendrán que cargar por toda la vida, muy dentro de sus almas, la aterradora realidad que esta administración les ha deparado.
Espero que no se dejen vencer.
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