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Fidel Castro, Patriarca de la comarca

Venezuela Hoy | Democracia y Desarrollo

01.02.05 | El país vuelve a ser noticia. Los medios internacionales estuvieron atentos al conflicto con Colombia, originado por el Caso Granda. Reportaron desde Lima el acuerdo de los ministros Carolina Barco y Alí Rodríguez, que en apariencia pone fin a la crisis diplomática. Según El Tiempo de Bogotá, Fidel Castro fue la pieza clave en la mediación. Lo declaró Chávez en Porto Alegre. Se confirma así el pronóstico de Venezuela Hoy. En nuestro Informe del pasado 17 dijimos: “Fidel es quien puede convencer a Chávez de que los intereses comunes imponen privilegiar la relación con Uribe. El caudillo cubano no oculta su convicción de que la lucha armada en Colombia está agotada”. Anticipamos que si Lula no tenía éxito en su gestión conciliatoria, Fidel intervendría. Lula se reunió con Uribe en Leticia, y ofreció su mediación. Según un vocero de Planalto, hizo una llamada telefónica a Chávez pidiéndole esfuerzos para superar la crisis y anunciándole la visita de su asesor Marco Aurelio García. Según este, el mensaje de Lula era: “bajar el tono”. Evidente que el mensaje no fue acogido por Chávez. En su discurso del domingo 23, ante una enardecida muchedumbre de “camisas rojas” (el nuevo uniforme de la revolución) amenazó al gobierno de Uribe con el congelamiento de relaciones, y calificó de “groseras” las respuestas de Bogotá a su exigencia de pedir disculpas.

Conforme a la versión de El Tiempo (Enero 29), Uribe había informado de la situación a casi todos sus colegas del continente, entre otros, a Fidel Castro. Al regresar de la entrevista con Lula, decidió solicitar de Fidel sus buenos oficios. Según las fuentes del diario bogotano, “Castro respondió con una velocidad y una eficacia sorprendentes”. El Tiempo, tradicionalmente bien informado, ofreció los detalles. Castro mandó a su canciller Pérez Roque a conversar con Chávez. Al regresar Pérez Roque a La Habana, Castro hizo una llamada telefónica a Uribe. En la conferencia, de dos horas, acordaron que enviaría a su vicecanciller Abelardo Moreno a Colombia, con una carta contentiva de lo conversado por Pérez Roque con Chávez. El presidente Uribe encontró que, según relataba Castro, existía muy buena disposición de Chávez para llegar a un acuerdo. Uribe le entregó al emisario cubano una cuartilla expresándole a Fidel, y por su intermedio a Chávez, sus puntos de vista. “Con esas cartas, quedó prácticamente resuelta la solución. Se resolvió entonces aprovechar el encuentro de los cancilleres en Lima para afinar detalles”. En el reportaje sobre la intervención de Fidel, El Tiempo recoge la opinión de que el caudillo cubano “era a quien menos favorecía un rompimiento de relaciones entre Colombia y Venezuela”.

Chavez y la guerrilla

La crisis aparentemente está resuelta, pero las cuestiones de fondo son las dificultades de la reconciliación. Aparte de que no hay empatía personal entre Chávez y Uribe, el caso Granda desnudó los muros que separan dos proyectos incompatibles. El presidente colombiano tiene toda su apuesta en la derrota de un movimiento subversivo, terrorista, confesamente inspirado en el marxismo, financiado por el narcotráfico.

Ese movimiento ha tenido y mantiene la simpatía del presidente venezolano. Uribe concibe el desarrollo de Colombia mediante el impulso a un programa de economía abierta, motorizada por la inversión privada, en tanto Chávez acentúa la estatización de la economía y ensaya un plan de crecimiento endógeno. La política exterior de Uribe se afianza en estrecha alianza con Washington; la de Chávez en la confrontación sistemática con los Estados Unidos. Entre el comunicado de las FARC denunciando que el guerrillero había sido secuestrado en Caracas y la declaración acordada en Lima, fueron surgiendo con nitidez las diferencias que colocan en aceras opuestas a los dos gobiernos.

Sobre las características de la relación de Chávez con la guerrilla, el gobierno colombiano declaró oficialmente tener pruebas de que Granda recibía protección de funcionarios venezolanos, al igual que varios de los jefes más connotados de las FARC y del ELN, quienes entraban y salían libremente de Venezuela. Uribe remitió a Caracas, por valija diplomática, un documento contentivo, supuestamente, de pruebas sobre campamentos de las FARC en territorio nacional, desde los cuales sus efectivos operaban ante la indiferencia de las autoridades. Las pruebas, se dijo, incluían testimonios muy comprometedores de guerrilleros acogidos a la pacificación. El gobierno venezolano desestimó las denuncias.

Aparte de lo que pudiera tenerse como polémica entre los dos gobiernos, los analistas atribuyen importancia a una declaración de Antonio Navarro Wolf, amigo de Chávez, fundador del M-19, actualmente congresista de oposición, y duro crítico de Uribe en el Caso Granda. Navarro opina que se produjo una operación ilegal pero que ello confirma la presencia de guerrilleros en territorio venezolano. Chávez –declaró el mismo Navarro- ha jurado que no hay una relación entre las FARC y su gobierno, pero dicha afirmación queda en duda cuando ocurren casos como el de Granda. Es el juicio de valor que puede hacer cualquier analista con ánimo de imparcialidad.

El juicio testimonial lo hizo el general venezolano Oswaldo Bracho, jefe actual del Teatro de Operaciones encargado de resguardar la vasta frontera suroccidental. Según él, la zona fronteriza es un espacio abierto para la actividad de la FARC, ELN y la FBL, no por culpa de la FAN sino por falta de políticas de Estado. Manifestó que los teatros de operaciones no están dotados adecuadamente para combatir la guerrilla. Según Bracho, quienes comandan las FBL (grupo guerrillero que se declara venezolano) afirman estar con Chávez y reclutan jóvenes a quienes ofrecen enviar a Cuba para ser entrenados. En verdad, todo esto ha sido denunciado por dirigentes gremiales y periodistas de la frontera. Lo significativo es que ahora lo hace un alto jefe militar, alegando que ése es el auténtico problema de soberanía.

Efectos del caso Granda

El caso Granda determinó que nuevamente la opinión externa vuelva su mirada hacia Venezuela, constatando que Chávez avanza aceleradamente en la consolidación de su proyecto. Se dio lectura internacional al secuestro político del Tribunal Supremo, del Consejo Nacional Electoral, de la petrolera estadal, del Banco Central; a la aprobación de leyes con las cuales se intenta amordazar a los medios de comunicación, impedir el ejercicio de las libertades cívicas y penalizar la disidencia. Se informa a diario de juicios políticos, de encarcelamiento de opositores, del estimulo oficialista a la ocupación violenta de predios rurales y urbanos, de graves violaciones a los derechos humanos y de la precariedad del orden jurídico.

El fracaso del referendo revocatorio y las elecciones regionales de octubre pasado se asumieron en la comunidad internacional como borrón y cuenta nueva de lo ocurrido en Venezuela desde que Chávez asumió el poder.

Mario Vargas Llosa, con el descarnado lenguaje que le es propio, declaró a La Nación de Buenos Aires, que Chávez puede ser un factor de demolición, no solo para la democracia venezolana, sino para todo el continente. Los medios de comunicación más importantes del mundo occidental, hacen la misma afirmación o lo plantean en términos de inquietud. Vendrán análisis y declaraciones sobre el discurso de Chávez en Porto Alegre, donde fue objeto de impresionante aclamación, al contrario de Lula, victima de abucheos cuando intervino al instalarse el Foro. Chávez fue presentado por Ramonet como el nuevo Simón Bolívar, empezó por saludar a Fidel Castro como guía y orientador, coincidente, según él, en la propuesta de cambiar la naturaleza del Foro, hasta ahora espacio de reflexión, para convertirlo en una organización de activistas que asuma en todo el planeta la ofensiva contra el capitalismo, reivindicando el socialismo como tesis. Ofreció dedicar sus esfuerzos al propósito de que el Foro, cuando se reúna el 2006, en Caracas, apru, apruebe una agenda social mundial para la unidad combativa de los pueblos que adversan el imperialismo norteamericano.

Como es usual en Chávez, el grueso de artillería verbal lo enfiló contra Bush y la señora Rice, con renovada confianza en que privará en Washington la tesis de oídos sordos como garantía del suministro petrolero venezolano. En ocasiones la procacidad del discurso impone silencio como única respuesta. Fue el caso de las irrepetibles referencias a la sexualidad de la señora Rice que hizo el 23 de enero, desde la tribuna colocada a las puertas de Miraflores. Sin embargo el Caso Granda y Porto Alegre no dejarán de ser analizados con algún interés.

El Caso Granda incide en la realidad venezolana. El exceso de poder concentrado por Chávez, parece generarle obstáculos que no eran predecibles. La dinámica nacional e internacional del caso ha levantado el ánimo de los millones de venezolanos que lucían en hibernación, después de haber asombrado al mundo durante años por su férrea resistencia a la revolución. Será materia de análisis en el próximo Informe de Venezuela Hoy.



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