Venezuela, dictadura en abonos
Por Ricardo Medina Macías | Diario Las Américas
19.12.04 | Ciudad de México | Hay que reconocerle a Hugo Chávez la habilidad de ir minando gradualmente las reservas de libertad en Venezuela. El método de la dictadura en abonos permite que casi imperceptiblemente se pierda la capacidad de indignación y de asombro.
¿Cuál es la versión tropical de la dictadura del proletariado? El gobierno de los gamberros. Tomo la frase -gobierno de los gamberros- del excelente libro de Martin Amis que recuerda minuciosamente la tolerancia de los progresistas occidentales ante los terribles crímenes de José Stalin que poco a poco se fueron instalando en la conciencia de estos intelectuales políticamente correctos como algo natural, necesario, como pequeñas incomodidades o -peor aún- como mera propaganda de los anticomunistas.
George Bernard Shaw, injustamente admirado a pesar de que ofreció más ocurrencias de artificio que rigor intelectual, declaró satisfecho tras una visita a la Unión Soviética que el pueblo ruso estaba insólitamente bien alimentado, justo cuando morían literalmente de hambre más de once millones de personas en la URSS. Es sólo una pequeña muestra de esa tolerancia ante el terror institucionalizado, cuando ese terror ha sido establecido por "los amigos" o por "los enemigos de nuestros enemigos".
Eso sucede en Venezuela. Como moneda de cambio, el déspota tropical ofrece diatribas contra el fantasmal neoliberalismo y obtiene en recompensa una mayor tolerancia de los bien pensantes ante la gradual pero constante instalación del gobierno de los gamberros.
Un amigo me reprocha que mis columnas suelen ocuparse de España o de Argentina mucho más que de Venezuela. Tiene razón. Dado el aval implícito de personajes políticamente correctos, como el ex presidente de Estados Unidos James Carter, al régimen de Chávez -especialmente tras el fraudulento pero excelentemente maquinado referéndum que "ganó" Chávez a punta de los dólares del petróleo y del cuento de las "modernas" máquinas de votación- parecería necedad insistir en las tropelías de Chávez.
Sin embargo, los testimonios llegados de Venezuela de personas comunes y ajenas a la política activa no dejan lugar a dudas: hay miseria, hay violencia creciente, hay temor generalizado ante los ataques abiertos del gobierno contra la libertad de expresión, hay confusión (asesinan en un atentado a un fiscal "chavista" y el régimen arma alrededor del hecho una operación de agitación y propaganda para minar aún más a la derrotada oposición), hay la convicción de que todo mundo está siendo vigilado por los esbirros de Chávez y que todo mundo puede ser víctima de la represión por hablar en un mal momento o en el sitio incorrecto... Chávez sigue haciendo giras triunfales por el mundo en su avión de más de 80 millones de dólares, mientras en los suburbios los comedores establecidos por la caridad auténtica -como el "Teresa de Calcuta" en las afueras de Caracas- no logran darse abasto ante las legiones de miserables en busca de alimento.
¡No olvidemos a Venezuela!, ¡No callemos otra vez ante el terror del gobierno de los gamberros! (AIPE)
El articulista es analista político mexicano.
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