Venezuela y Ucrania: la nueva oligarquía
Por Carlos Ball | El Nuevo Herald
06.12.04 | Siento especial simpatía por Viktor Yushchenko, el economista liberal y ex presidente del Banco Central de Ucrania a quien le están tratando de robar la elección. Su esposa, Kateryna Chumachenko, en los años 80 trabajó en la Casa Blanca bajo el presidente Reagan y también en el Departamento del Tesoro. Ambos son valientes defensores del libre mercado, la sociedad civil, el estado de derecho y gobiernos limitados. Esas instituciones fundamentales son inaceptables para las oligarquías.
En Ucrania funciona una ley mordaza como la que acaba de promulgar Hugo Chávez en Venezuela, por lo cual la campaña de Yushchenko no fue cubierta por los medios. Unos 2.8 millones de votos fueron falsificados. A observadores independientes se les negó el acceso a los centros de votación. Y apenas se anunció la ''victoria'' del primer ministro Viktor Yanukovich, Vladimir Putin lo felicitó públicamente, de manera no muy diferente a como Jimmy Carter hizo con Chávez, a raíz del masivo fraude en el referendo revocatorio del 15 de agosto.
En Ucrania, un gobierno corrupto ha estado entregando a los ex burócratas comunistas el control de las empresas y, lo mismo que en Rusia, ''los nuevos empresarios'' se están rápidamente enriqueciendo a costa del pueblo.
El paralelismo con Venezuela es impresionante. Mientras se ha disparado el número de venezolanos que viven bajo el nivel de pobreza extrema desde que Chávez ocupa la presidencia, un grupo selecto de empresarios venezolanos está haciendo más dinero que nunca, lo cual ofrece una explicación creíble respecto al misterioso asesinato del fiscal Danilo Anderson, el 18 de noviembre.
El fiscal Anderson había sido encargado de perseguir ''judicialmente'' por ''rebelión civil'' a unos 400 destacados venezolanos considerados enemigos del régimen porque asistieron a la toma de posesión del gobierno de Pedro Carmona, en abril del 2002, que duró menos de 48 horas. Como suele suceder en Venezuela, ''no eran todos los que estaban'' y algunos que no estaban sí los consideran ''enemigos''. Según fuentes generalmente confiables, algunos de estos ''enemigos'' se han plegado al gobierno de Chávez, pero Anderson no estaba haciendo caso a las instrucciones de dejarlos fuera, mientras que otros estaban supuestamente negociando el pago de 200 mil dólares para evitar un juicio contra ellos.
Carlos Herrera, concejal de la capital y amigo de Anderson desde que tenían 15 años, declaró a la prensa venezolana que ''un sector del gobierno estaba presionando al fiscal, Danilo Anderson, para que no imputara a unos banqueros y empresarios''. Según Herrera, el vicepresidente de Venezuela, José Vicente Rangel, está en contra de la persecución de ciertos banqueros que ``iban a hacer un gran negocio con el gobierno nacional''.
Tanto en Ucrania como en Venezuela, el régimen controla el parlamento, mientras que el sistema judicial se utiliza para atemorizar y aplastar a los disidentes. Los empresarios tienen la alternativa de ver la destrucción de sus compañías o de plegarse a los poderosos y multiplicar sus ganancias, mientras que aquellos no dispuestos a vender el alma al diablo emigran o se exponen a caer víctimas de alguno de los cada día más frecuentes tiroteos, justificados de inmediato por las autoridades al ''encontrar'' la policía política armamentos y bombas en las casas y haciendas de los muertos.
La diferencia es que las terribles noticias de Ucrania han estado en todos los noticieros de la televisión y en la primera página de los diarios más importantes del mundo.
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Director de la agencia AIPE y académico asociado de Cato Institute.
© AIPE
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