Injerencia inaceptable de Hugo Chávez
Editorial | El Semal Digital
24 de noviembre | El socialismo tropical de Chávez no puede ser un modelo para España, como lo fue para ETA. El golpista venezolano no es quién para evaluar el proceder de nuestros hombres de Estado. Corresponde al Gobierno la dirección de la política exterior. Pero esta capacidad constitucional no es ilimitada, y como todos los poderes del Estado debe ejercerse, por un lado, dentro de la legalidad, y, por otro, al servicio del pueblo español. Cuando se eligen las amistades, las alianzas y las enemistades con criterios de partido las cosas tienden a ir mal.
Las cosas van mal para España cuando un personaje como Hugo Chávez es invitado por nuestro Gobierno para insultar a España con cargo a nuestros Presupuestos. El coronel Chávez es un militar golpista que está a la cabeza de un régimen inestable ampliamente criticado en la comunidad internacional. Y sólo su proceder demagógico y su amplio uso de medios irregulares, además de los recursos derivados del petróleo, le mantienen en el poder. Pero nadie dirá que Venezuela sea hoy un país modélico de democracia y libertades.
Ahora bien, permitir que Chávez siente cátedra en España y ponga nota a nuestros gobernantes es mucho menos que tolerable. España es lo que los españoles libremente han querido que sea. Pero Chávez no es quién para decir qué elección de los españoles es mejor o peor, ni para evaluar el proceder de nuestros hombres de Estado. Por supuesto, acusar de golpista al Gobierno de España –al anterior, no al actual- es una injerencia intolerable en nuestros asuntos. No se debería tolerar ni al mejor aliado. Y Chávez es cualquier cosa menos eso.
El ministro Moratinos tiene una agenda cada vez más corta, y tal vez por eso aplaude las ocurrencias de su impresentable invitado. Pero es España quien paga, con su dinero y con su prestigio exterior. En las relaciones internacionales las actitudes chabacanas y erráticas terminan pasando factura, siempre. Sin duda, elegir la amistad de Chávez y de Castro antes que la de Bush es una opción legal, pero terminará demostrándose un error. Sin embargo, para pedir explicaciones y excusas por el insulto a Aznar no hará falta esperar tanto.
Zapatero y Moratinos deben rectificar a su invitado, y deben hacerlo pidiendo disculpas a José María Aznar y a su partido. Si se ampara a un golpista en sus ataques públicos a un Gobierno español, nadie podrá quejarse en el futuro de que se pague con la misma moneda. El socialismo tropical de Chávez no puede ser ni un referente ni un modelo para España, como lo fue en tiempos para la ETA.
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