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Rafael Ramírez, el hombre que custodia los barriles

Editorial | Descifrado.com

[22-11-2004 10:59 am] En sólo cuatro años, Rafael Ramírez, un trujillano, de finos modales y simpatías de izquierda, se ha convertido en uno de los indispensables de la revolución. Su padre fue guerrillero en los sesenta y algunos de los suyos lo acusan de malversación de fondos de PDVSA. Todavía está pendiente la invitación que le hizo la Asamblea Nacional (Por Fabiola Zerpa).

De la famosa lista de botados en vivo y directo del presidente Hugo Chávez el 7 de abril de 2002, hubo un nombre que el venezolano de a pie no identificó: Alfredo Gómez, director de PDVSA-Gas. Excepto él, todos tenían altos cargos y ya eran caras conocidas en televisión. Dentro de la industria, cuando escucharon ese nombre en boca del mandatario, se dijeron "es una venganza personal de Rafael".

Entonces el ingeniero mecánico era presidente del Ente Nacional del Gas (Enegas) y a la vez director externo de PDVSA, y Gómez –formado en Harvard en el área de regulación del gas– le había ayudado a montar el organismo regulador. Pero ya las visiones de mundo enfrentaban a los petroleros.

Visto en retrospectiva, fue ese día cuando la ahora poderosa figura del actual ministro de Energía y Minas, y actual presidente de PDVSA comenzó a emerger. Ahora se le ve flanqueando al presidente Chávez en la más variada gama de actividades –desde conversaciones con empresarios hasta marchas proselitistas–, con lo cual queda claro que Ramírez no es cualquier ministro. Es un "comisario económico", el que no sólo controla la caja chica del gobierno –PDVSA– sino el que ejecuta con discrecionalidad los gastos del recién creado Fondo de Desarrollo Social (con 2 mil millones de dólares), pasando por alto incluso las funciones y atribuciones de otros ministerios. No en balde fue una de las cabezas del Comando Maisanta.

Disyuntiva resuelta

Y es precisamente esta cualidad de funcionario –a contrapelo en cualquier democracia formal– la que le ha valido las acusaciones de corrupción y los intentos fallidos de interpelación legislativa (la última el 27 de julio).

Ramírez ha negado que los fondos sociales creados por PDVSA y las transferencias que ha hecho del Banco Central desde el FIEM –inconstitucionalmente según legisladores y especialistas– sean una estrategia proselitista a favor del Gobierno. "Después del sabotaje petrolero, en el Gobierno comenzamos un proceso de redefinición del nuevo rostro de PDVSA y de su nueva estructura. También revisamos cuáles deberían ser sus nuevos valores y cómo debíamos hacer para ajustar la empresa a la Ley Orgánica de Hidrocarburos que en su artículo cinco establece claramente que los recursos provenientes de la actividad petrolera deben ser destinados a la salud, educación, al desarrollo de infraestructura, en fin, a todos aquellas áreas relacionadas con el bienestar social", expresó.

Ramírez pareció conceder que estos manejos no eran del todo limpios cuando dijo que, en relación al apoyo financiero destinado a las misiones, PDVSA "está en una disyuntiva ética y moral". Así, zanjó la diatriba: él está con el proceso revolucionario incluso por encima de los legalismos. Pero, ¿de dónde le viene a este trujillano de finas maneras y vida resuelta ese apego ideológico?

Más que un padrinazgo

"Él tiene una relación muy estrecha con Alí Rodríguez, casi de padrino a ahijado", señala un ex colega de trabajo. "Ramírez viene de una familia cafetera de Trujillo, adinerada y con ideas de izquierda de toda la vida. Su papá, Rafael Darío Ramírez, fue un contador que en los años 60 apoyó y financió a la guerrilla, entre ellos a Rodríguez. Lo protegió y manejó sus reales. Luego, en las primeras constituciones de PDVSA bajo Chávez, fue nombrado comisario. Murió hace un par de años".

Después de 1994, esta cercanía ideológica fue una pieza importante para su posterior ascenso. Por ese entonces, el ingeniero se encontró varias veces con el recién liberado teniente coronel Hugo Chávez. Así mismo lo confirmó a El Nacional en el 2001. Así establecieron simpatías políticas y de proyectos.

Para esa fecha, Ramírez ya había trabajado como investigador en Intevep, supervisado por Ignacio Layrisse, padre de la hoy desdeñada Orimulsión y uno de los botados de la nueva PDVSA. Según lo recuerda, "Ramírez no destacó allí como investigador. No era un tipo brillante. Era un ingeniero del promedio hacia abajo".

Pero en otras áreas, lejos de la investigación, parece que le fue mejor. Según recuerda Luis Eduardo Paúl, de Otepi, una firma de ingeniería, "el desempeño de Ramírez fue bueno, tenía buena disposición dentro del grupo". Sobre su designación como ministro, agrega, "en este país la gente tiene caminos muy extraños…".

No tan extraños. El ascenso fue directo cuando entonces Alí Rodríguez asumió PDVSA y lo nombró, en noviembre de 2000, presidente de Enagas (ente regulador del gas). Como lo relata el mismo ministro: "Yo renuncié a una asignación que tenía en el exterior, porque creo firmemente en el Plan Nacional del Gas, en la política del Estado. Y cuando me llamó el ministro Rodríguez, pensé que era una extraordinaria oportunidad para materializar todo lo que habíamos conversado con el presidente Chávez", dijo con su suave dislalia al mencionado diario.

Otro empujoncito, señalan quienes saben un poco de su pasado, fue su relación con Adán Chávez, ya que ambos, a pesar de la diferencia de edad, fraternizaron en la Universidad de los Andes, donde estudiaron.

"En PDVSA-Gas siempre se rumoreó que la gran entrada de Ramírez con Hugo Chávez fue Adán", comenta un ex empleado de Enagas. "Por el 2001, cuando visitábamos Miraflores, en tiempos del ministro de Energía Silva Calderón, a quien Ramírez detestaba, nos decían que estuviésemos tranquilos con Ramírez al mando porque estaba apadrinado por Adán. Ahora resulta uno de los hombres más importante del gabinete".

De hecho, señala una persona que trabajó con él entonces, la eficiencia gerencial de Ramírez quedó demostrada cuando "en menos de seis meses ya tenía marchando a Enagas".

Sale el antiyanquismo

El especialista señala que en esa época, Ramírez era abiertamente enemigo de los planes de Luis Giusti, por "pro-estadounidenses", aunque por aquélla época, 2001, viajó al menos dos veces a Estados Unidos en plan de negocio. Venezuela, al mando diplomático de Ignacio Arcaya (embajador en Washington), y energético de Bernardo Álvarez (vice ministro de Energía), inició una ofensiva para montar un "Energy-Task Force", similar al que había creado el vicepresidente Dick Cheney para abordar la crisis energética estadounidense. El ambicioso proyecto, que incluyó varias rondas en lujosos hoteles de Washington, se desmoronó luego del 11 de septiembre y las declaraciones de Chávez en contra de la guerra en Afganistán.

"Ramírez nos prohibió en Enegas a los empleados hablar con Rafael Gómez, de PDVSA-Gas. Decía que era un hombre que cumplía órdenes de Giusti, proamericanas. Nunca sentí un adoctrinamiento fuerte pero en las reuniones sí se nos decía claramente que Estados Unidos era el malo de la partida, nos advertían de los intereses de las transnacionales. Cuando preparábamos reuniones con empresarios de Mitsubishi o Statoil nos decía que fuéramos con cuidado. ¿Pero cuáles son los hechos a la vuelta de tres años? Que le han entregado todo el negocio a las empresas transnacionales, y ellas están felices. Todo lo que ha ejecutado este Gobierno son los planes maestros de Luis Giusti, no han inventado nada".

Se refieren los petroleros al plan Mariscal Sucre (anteriormente Cristóbal Colón), la conexión Colombia-Venezuela anunciada con bombos y platillos por Chávez hace unos meses, y la Corporación Venezolana de Petróleo.

"¿Qué nacionalismo hay cuando se firma un tratado para que, mientras el complejo en Guiria está listo (el Gran Mariscal de Ayacucho), el gas se va a procesar en Trinidad y Tobago? El valor agregado se lo está dando PDVSA a un país extranjero", dice un economista allegado en el pasado a Ramírez.

Es éste el punto que más resienten quienes trabajaron con Ramírez en Enegas: su abierto anti-yanquismo de entonces, que rayaba casi en la paranoia, pero su total entrega actual. "Lo cual es contradictorio porque uno de los accionistas de la Chevron-Texaco, la empresa con la cual más ha negociado este Gobierno, es la familia Bush", ironiza la fuente.

Al ser preguntado, el pasado 14 de agosto, Ramírez simplemente ha dicho a la prensa que "no existe contradicción" entre el antiimperialismo de Chávez y "el diseño de buenos negocios" que está logrando la nueva PDVSA.

Un sifrino revolucionario

Quizás la respuesta a esta contradicción está en la misma diatriba petrolera que se inició con la revolución chavista: un enfrentamiento entre dos modelos, el de Bernard Mommer, y el de Luis Giusti. Es decir, entre un pensamiento rentista y otro globalizador, según especialistas.

Otra mancha en su reputación -en aras del ascenso político, señalan- es que luego de la botazón de abril de 2002, en junio, Ramírez llegó también a ser director de PDVSA, lo cual era una distorsión: al mismo tiempo era presidente de la compañía regulada y presidente del ente regulador. Esto le valió una acusación de la Gente del Petróleo. Pero, por otra parte, le permitió mostrar la lealtad necesaria hacia el Ejecutivo.

"Ramírez es sumamente inteligente, preparado. No es de subestimar. Es organizado, hábil y ambicioso, lo cual lo hace peligroso. Es muy callado, extremadamente sifrino y hasta oligarca. Nunca quiso mudarse a las oficinas del Ministerio de Energía, entonces en Parque Central. Decía que era una porquería. Pidió como oficina para Enagas el Pent-house del edificio Coinasa, uno de los más caros en El Rosal. Mandó a construir un baño a todo lujo y comía con servilletas de tela y cubiertos finos".

"Estamos seguros del triunfo del NO y del triunfo del presidente Chávez porque de lo contrario sería un salto al vacío", dijo Ramírez el día del referendo revocatorio. Con la victoria en la mano, se espera que dé un paso al frente y acuda a la interpelación que ha evadido en todo el año para explicar el destino de los fondos de PDVSA.



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