A Linda Loaiza
Por Leonardo Pizani
26.10.04 - Estabas condenada de antemano. Osaste enfrentarte a un hombre y al poder, lo que, de alguna manera, es redundante, como también lo sería si dijera que osaste enfrentarte a un hombre y a esa moralina que recubre nuestras instituciones, que también es masculina. Osaste enfrentar una cultura machista pensando que era posible encontrar justicia, pero no sólo no la encontraste, es que, además, encontraste la condena de otra mujer, como para dejar bien en claro que el problema del machismo no es –de ninguna manera- exclusivo de los hombres.
Porque no fue solamente que absolvieron a los acusados, es que -mediante esos artilugios de los que sólo son capaces quienes ejercen el poder en nombre de la moral- además, de acusadora te convirtieron en condenada.
Aunque uno nunca pierde la esperanza, la verdad es que esta decisión era previsible y no debería de constituir ninguna sorpresa, lamentablemente.
Un poder judicial – así, con minúsculas- envilecido y acostumbrándose cada vez más a ver hacia donde señala el Gran Dedo –ese sí con mayúsculas- no podía decidir de otra manera.
Tú… secuestrada, violada, golpeada y vejada, cometiste el enorme error de decir algo que pudo ser juzgado como una mentira, y de allí se agarraron. Como se habrían agarrado de cualquier otra cosa.
“!Mintió!”, gritó la jueza, y eso borró el “traumatismo genital, el traumatismo craneoencefálico con fractura del maxilar inferior izquierdo, las excoriaciones en manos, senos y cuello, el traumatismo toráxico y abdominal y la rotura del labio inferior” que te consiguió el médico forense.
Como hombre me siento avergonzado y te pido excusas, si de algo te ayuda. Espero que continúes luchando. Lo haces por millones de mujeres que sufren esta bárbara justicia.
send this article to a friend >>