Tiempo de Palabra: En un mes, el futuro
Por Carlos Blanco
A los presos políticos, civiles y militares NO ERA VERDAD que existían atajos a la prosperidad; no era verdad que el consuelo vendría de la promesa del caudillo. Tal vez la principal conquista de esta lucha sea que una considerable parcela de ciudadanos sabe que su esfuerzo personal es insustituible. Venezuela está a punto de un cambio aun más trascendental que el advenimiento de Chávez, y es su destierro del poder. Es mucho más que la salida de un gobernante autoritario; es la cancelación de la vía fácil a la felicidad que, como se sabe, siempre conduce al horror. Su expulsión de Miraflores, por voluntad de buena parte de los que allí lo colocaron, es la renuncia a decidir el destino con el auxilio de la ruleta rusa.
Parece mentira, pero, es posible que dentro de poco más de un mes ya Chávez no sea presidente. Es mucho lo que significa esa perspectiva. No es sólo desembarazarse de un gobierno de casi seis años, sino de una historia que ya lleva 12 años, desde el 4 de febrero de 1992. Implica, en cierto modo, un desgarramiento para una sociedad que en elevada proporción se ilusionó esa madrugada del 92. A partir de ese momento, permitió que brotara una esperanza que, al cabo de los años, no era más que una protuberancia maligna. No fueron sólo los ciudadanos de a pie los que adoraron al falso dios; también las élites le rindieron alegre reverencia. Desde entonces a esta parte se ha recorrido el largo camino de la expiación.
Como suele ocurrir cuando se aproxima el desenlace de las crisis, estos días lo que estaba claro parece oscurecerse y lo que estaba definido se muestra enredado. Todos los actores del proceso comienzan a pensar en el día siguiente; se inquietan por la incertidumbre; se preguntan cómo quedarán. Sin dejar de considerar a los que acarician ministerios y magistraturas. Todavía, sin embargo, hay un trecho por recorrer antes de coquetear con la victoria democrática.
ENCUESTA ARRIBA. Las encuestadoras indican dos temas centrales: hoy el SI le gana al NO pero, también dicen que Chávez ha repuntado. La conclusión de las cifras es que la oposición puede ganar el referendo, pero debe asegurarlo. Sin duda, el incremento desmedido del gasto público dirigido al reparto en las "misiones" ha tenido impacto. En pocos meses, 10% adicional de venezolanos, hasta llegar a más de 40% en total, ha experimentado el efecto de los programas gubernamentales, lo cual ha sido factor clave para el ascenso de Chávez. En vez de decir que la gente agarra lo que le den y luego vota contra el benefactor, hay que considerar si la estructura del populismo no sigue intacta: Chávez regala plata; la oposición, promesas.
Cuando el Presidente deja el talante del lobo feroz y se pone el traje de la abuelita, "para quererte mejor", no debe ser desestimado. El personaje que un día insulta a discreción, pero que al siguiente ofrece paz y amor, tiene efectos. Las invasiones han sido estimuladas y dirigidas por las mafias revolucionarias; se les usó para intimidar a muchos sectores y para satisfacer la rapiña de unos cuantos "luchadores sociales". Esos invasores ahora son desechados, sin ningún remordimiento, para lanzar un mensaje lupino y cariñoso hacia la clase media. Así pasa con obras públicas de diverso tipo; la autopista de Prados del Este se dejó deteriorar por el argumento criminal que aseguraba que, en forma mayoritaria, esa vía la utilizaban los opositores; ahora que el carnívoro se ha puesto su cucurucho de viejita indefensa, ¡cómo echan asfalto todos los días!
Sin embargo, también hay una responsabilidad de la dirección de la oposición en este cuadro. Chávez ha ascendido en las mediciones de la opinión pública cuatro veces desde el 2002 en adelante: después del 11 de abril, cuando vino con el crucifijo en la mano y la oposición estaba apaleada; después del paro cívico, cuando una formidable lucha concluyó de modo melancólico; a comienzos del último trimestre de 2003, y ahora. En todos los casos hay un hecho común: un repliegue de la dirección de la oposición.
LA ESTRATEGIA DE LA OPOSICION. El año pasado, unos asesores le vendieron a la dirigencia la idea de que había que portarse como niños buenos, que había que disminuir el perfil del combate contra Chávez porque ya los "duros" y los "radicales" estaban conquistados; el esfuerzo debía dedicarse a los "blandos". El resultado fue que Chávez subió y se le atribuyó, en forma exclusiva e interesada, al comienzo de las "misiones". Ahora sucede lo mismo: después de los reparos, la CD dedicó preciosas semanas a discutir cuántos miembros debía tener el Comando de Campaña, desmovilizó a la sociedad combatiente, volvió a comprar la idea de que ya "tenía" a los radicales en el buche y se dedicó a pasear por el prado, comiendo una que otra flor.
La oposición retrocede cuando se desmoviliza y permite que una parte de la sociedad compre el cuento del bondadoso lobo en camisón. Es la lucha implacable y permanente de la sociedad civil la que ha logrado arrinconar a Chávez, no la desmovilización. Sin su inmenso batallar no se habría llegado al lugar en el cual se está. Sin 11 de abril, sin paro cívico, sin las marchas, sin la tremenda faena del 27 de febrero pasado, sin la guarimba, sin la protesta airada, sin ese conjunto orgánico que son los éxitos, los errores y las equivocaciones, que forman parte integral de la lucha, Chávez no estaría al borde de su eyección. Esto no quiere decir que cada una de las jornadas haya sido exitosa; lo que quiere decir es que cada una de las jornadas se explica como una búsqueda, un aprendizaje y una experiencia que, juntas, han permitido avanzar. El país ha logrado la convocatoria del RR no por las negociaciones, sino por las luchas de esta sociedad, que han hecho posible muchas cosas, entre otras, las negociaciones. Pero, es trágico reposar en éstas y abandonar el perfil de combate.
EL FACTOR T. Tampoco debe olvidarse un Factor T, hoy imponderable: el Factor Temor. Ante la miserable represión laboral, policial y militar, muchos ciudadanos han tenido que ocultar su aversión al régimen y no han podido expresar abiertamente que votarán por el SI. Allí están 350 mil venezolanos cuyas firmas desaparecieron, los 95 mil humillados con los "arrepentimientos", los botados de sus trabajos, los perseguidos, los que no pudieron concurrir a firmar, los amenazados y los hostigados. Más allá seguramente estarán muchos que hasta el sol de hoy han acompañado a Chávez; los que han sido obligados a silenciar sus divergencias; los que sienten el ahogo de una jefatura autoritaria; los que quieren ser de izquierda en un país democrático; los que ya no aprecian vivir en ghettos y quieren pasear por Altamira tanto como por la Plaza Bolívar. Detrás de la cortina más de uno experimentará, fugazmente, la sensación de omnipotencia sólo reservada a los dioses; con una pequeña presión posmoderna a una pantalla de computadora, humildes ciudadanos habrán contribuido a vencer el imperio de los mil años.
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