Venezuela: Hugo Chávez en la cuerda floja
Raquel Gamus* El Gusano de Luz
Los recurrentes cambios operados en el discurso del presidente Chávez hacia el gobierno norteamericano, oscilantes entre la agresión y la reconciliación, a los cuales estuvimos acostumbrados los venezolanos durante largo tiempo, unido a los altibajos en su decidida intención de poner en práctica un proyecto revolucionario de alcance continental, han incidido en que amplios sectores encuentren en el desequilibrio emocional del Jefe de Estado la explicación de la actual situación política venezolana
Pero el análisis resulta incompleto si perdemos de vista que en las variaciones observadas en el discurso del presidente venezolano desde su acceso a la presidencia en 1999, influye de forma determinante un cálculo de fortalezas y debilidades para cumplir la determinación de permanecer en el poder.
Ello explica el apego a la otrora rechazada Carta Democrática, la moderación del discurso presidencial, así como algunos cambios económicos y políticos en especial después del 11 abril, cuando el gobierno de Chávez se percató de la conveniencia de apegarse al consenso democrático regional, una vez que su legitimidad fuera en gran parte recuperada con el respaldo brindado por la comunidad internacional debido a su origen legitimo.
Explica también el endurecimiento del discurso y la profundización de las medidas excluyentes, cuando percibió como una fortaleza del régimen el fracaso del paro general indefinido iniciado en diciembre de 2002, aún a expensas de la industria petrolera.
Pero las evidencias de que pudiera ser revocado a través del voto, ha conducido a apretar el acelerador revolucionario y a transgredir límites esenciales de la democracia como el respeto a la constitución, a los derechos humanos y a la autonomía de los órganos del poder público, ejerciendo un absoluto control institucional orientado a respaldar el anuncio de fraude vociferado desde antes de la finalización de la exitosa jornada de recolección de firmas para solicitar la revocatoria de su mandato.
Estas medidas se han acompañado de la exaltación de un sentimiento nacionalista de defensa de la soberanía que incluye la siembra de sospechas hacia la OEA y el Centro Carter; la acusación de intenciones intervencionistas del presidente Bush, cuya última fase ha consistido en el señalamiento irresponsable de los vínculos de su gobierno junto al colombiano con el supuesto contingente de paramilitares colombianos hallado en el territorio venezolano, acusaciones que inducen a suponer que de fracasar los mecanismos de fraude que le permitan su permanencia en la presidencia aún a costa del aislamiento internacional.
Los últimos días de junio nuevamente los ojos del mundo estarán puestos en Venezuela, donde se pondrán a prueba los mecanismos nacionales y continentales de defensa de la democracia ante un régimen que progresivamente ha venido demostrando su disposición a jugarse el todo por el todo, en aras del mantenimiento del poder.
(*) Internacionalista y profesora universitaria.
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